Se prepara una imagen del niño Jesús y una vela adornada. Todos se sitúan de pie alrededor de la mesa, y uno de los más pequeños trae la vela encendida. El padre o la madre rezan lo siguiente:
Concédenos Padre del Cielo que, al celebrar el nacimiento de Jesús, nazca Él de nuevo en nuestros corazones, y vayamos creciendo en la semejanza del Hijo de Dios que por nosotros se hizo hombre.
Se coloca la vela encendida en la mesa y todos se sientan. El cabeza de familia invita a todos a expresar sus buenos deseos en esta Navidad. Al finalizar, el más pequeño de la familia va a buscar la imagen del niño Jesús y la coloca junto a la vela. Uno de la familia hace la siguiente lectura:
“Y sucedió que mientras José y María estaban en la ciudad de Belén a María se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había sitio en la posada”.
Todos responden: “Gloria a ti, Señor Jesús”.
Se canta un villancico y se bendice la mesa con esta oración:
Bendice nuestro hogar. Por una noche al menos quisiéramos que el mundo fuera una gran familia, sin guerras, sin miseria, sin drogas y sin hambre; con algo más de música y mucha más justicia. Que al menos esta casa, Jesús recién nacido, acoja tu palabra de amor y de perdón. Consérvanos unidos, danos pan y trabajo durante todo el año. Danos fuerza y ternura para ser hombres justos, que luchen por un mundo donde haya buenos días y muchas nochebuenas, como ésta en que quisiste nacer entre nosotros. Tú serás bienvenido siempre, Señor, a esta casa. Que seamos una familia sembradora de paz y de esperanza.
Todos se dan un beso y se desean feliz Navidad. Se lleva la vela a la ventana: con este gesto simbolizamos que la luz de Dios que hemos esperado y acogido, deseamos que llegue y alumbre a todos los hombres.
¡Feliz Navidad!